domingo, 29 de julio de 2012

La cabaña


"El hijo del sacristán de Messkirch, nutrido de vieja religiosidad sueva, sabía muy bien que para encaminarse hacia la verdad y el amor hay que desarraigarse, marcharse y alejarse de casa, desprenderse de cualquier vínculo inmediato y de cualquier religio de origen, como en la dura página del Evangelio en la que Cristo le pregunta a su madre qué existe entre ellos dos. Si por un lado Heidegger se siente en cierto modo próximo al mito de la sangre y de la tierra, por otro también se halla próximo a la verdad de Kafka, que empuja a aventurarse por el desierto, cada vez más lejos de la Tierra Prometida. Tal vez por esta razón un poeta judío como Celan, desgarrado por el exterminio nazi y por el desierto del mundo que eso provocó, pudo encontrar el sendero que llevaba a la cabaña de Heidegger, subir a esa cabaña y encontrar en un diálogo real al antiguo rector de la Universidad de Friburgo, que en 1934 había puesto, fuera sólo por un instante, la filosofía al servicio del nuevo Reich."

Claudio Magris, El Danubio, Anagrama, p. 42

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