domingo, 28 de agosto de 2011

La técnica del "enculamiento" en filosofía

Pero, ante todo, el modo de liberarme que utilizaba en aquella época consistía, según creo, en concebir la historia de la filosofía como una especie de sodomía o, dicho de otra manera, de inmaculada concepción. Me imaginaba acercándome a un autor por la espalda y dejándole embarazado de una criatura que, siendo suya, sería sin embargo monstruosa. Era muy importante que el hijo fuera suyo, pues era preciso que el autor dijese efectivamente todo aquello que yo le hacía decir; pero era igualmente necesario que se tratase de una criatura monstruosa, pues había que pasar por toda clase de descentramientos, deslizamientos, quebrantamientos y emisiones secretas, que me causaron gran placer.

Gilles Deleuze, Conversaciones



viernes, 29 de julio de 2011

Cante jondo



Charlie Patton, 1891-1934



Manuel Torre, 1878-1933

martes, 26 de julio de 2011

Flechas (Bibliografía)



Revelación

       But the fourth man said, Yon man in red
      In this place has no fellow.  
     For that was Robin Hood himself,
      For he was cloathd in red;
       At every shot the prize he got,
      For he was both sure and dead.  
     So the arrow with the golden head
      And shaft of silver white
       Brave Robin Hood won, and bore with him
      For his own proper right.  
     These outlaws there, that very day,
      To shun all kind of doubt,
       By three or four, no less no more,
      As they went in came out.  
     Until they all assembled were
      Under the green-wood shade,
       Where they report, in pleasant sport,
      What brave pastime they made.  
     Says Robin Hood, All my care is,
      How that yon sheriff may
       Know certainly that it was I
      That bore his arrow away.  
     Says Little John, My counsel good
      Did take effect before,
       So therefore now, if you'll allow,
      I will advise once more.  
     'Speak on, speak on,' said Robin Hood
      'Thy wit's both quick and sound;
       [I know no man amongst us can
      for wit like thee be found.']  
     'This I advise,' said Little John;
      'That a letter shall pend,
       And when it is done, to Nottingham
      You to the sheriff shall send.'  
     'That is well advised,' said Robin Hood,
      'But how must it be sent?'
       'Pugh! when you please, it's done with ease,
      Master, be you content.  
     'I'll stick it on my arrow's head,
      And shoot it into the town;
       The mark shall show where it must go,
      When ever it lights down.'  
     The project it was full performed;
      The sheriff that letter had;
       Which when he read, he scratchd his head,
      And rav'd like one that's mad.  
     So we'll leave him chafing in his grease,
      Which will do him no good;
       Now, my friends, attend, and hear the end
      Of honest Robin Hood. 
The Golden Arrow, Balada tradicional.



La playa de Yashima

Como la diana estaba algo lejos del alcance de la flecha, con presteza hizo avanzar el caballo mar adentro hasta ver que el agua bañaba el vientre del caballo. Era el día dieciocho del tercer mes, en el primer cuarto de la hora del gallo, y en ese momento soplaba violento viento del norte. El barco era pequeño y las olas se levantaban altas. Se veía que el barco subía y bajaba entre las olas y el abanico no quedaba fijo. Entonces Yoichi cerró los ojos y oró en su interior, pidiendo: "Salve al gran Buda de Hachiman y al Gran Dios Aizen de Nasu. No hagáis que se desvíe la flecha." Y al abrir bien los ojos vio que amainaba algo el viento y parecía que el abanico ofrecía un blanco fácil. Yoichi, aunque guerrero de corta estatura, tensó con fuerza su gran arco de doce soku y tres fuse y disparó, rauda la flecha. La flecha, sin errar, golpeó fuertemente el abanico más o menos a un sun hacia arriba del clavillo. Mientras la flecha con kabura cayó al mar, el abanico voló hacia el cielo y después de dar unas vueltas en el vacío agitado por el viento primaveral, se sumergió rápidamente en el agua.


La playa de Yashima, Zeami



La segunda flecha

GESSLER.- ¡Oye, Tell!
TELL (Volviendo atrás).- ¿Qué mandáis, señor?
GESSLER.- Ocultaste una flecha en tu pecho... Si, si; lo vi bien... ¿Con qué objeto?
TELL.- (Confuso).- Señor, es costumbre usada por los ballesteros.
GESSLER.- No, Tell, no es verdad. Otro ha sido tu objeto. Dime la verdad, libre y francamente, Tell. Sea lo que fuere, te garantizo la vida.. ¿Para qué esa segunda flecha?
TELL.- Bien, señor; puesto que me aseguráis la vida, os diré toda la verdad. (Saca la flecha del seno, y lanza al Gobernador una mirada terrible.) Con esta segunda flecha hubiera atravesado... a vos, si hiriese antes a mi hijo querido, y la vuestra... de seguro no hubiese errado el blanco.

Friedrich von Schiller, Guillermo Tell



Sentencias y flechas

De la escuela de guerra de la vida. Lo que no me mata me hace más fuerte.

Nietzsche, El crepúsculo de los ídolos.



La democracia según Marcel Mauss

La existencia de la democracia pura es un mito establecido en el siglo XVI por la federación de cantones suizos.


Marcel Mauss, Introducción a la etnografía

viernes, 1 de abril de 2011

Question marks


Puede construirse un  afecto de la muerte?

No es la nekia como género un afecto de la muerte?

No es la obra de Primo Levi una nekia contemporánea?

No regresó Primo Levi de la muerte para contarlo lo mismo que Ulises?

No reside el porqué de la escritura es haber visto algo demasiado grande, "más grande que uno mismo", según Deleuze, y no es ese el gemido del profeta?

No es la vergüenza un contrapunto de ese algo tremendo entrevisto?

No es la poesia la más inocente de las ocupaciones (Hölderlin)?

No era Primo Levi poeta?

No lo era Paul Celan?

Y no regresó de la muerte para contarlo, dein aschenes Haar Sulamith?

Un afecto no es una representación.

Sólo hay dos cosas que no pueden representarse, según Juan Muñoz: el presente y la muerte.

La representación es la muerte.

miércoles, 30 de marzo de 2011

El ocaso de los señores de la imprenta


Hacia 1995 un acontecimiento marca el ocaso de una relación de dominación que había durado más de cinco siglos: el vínculo indisoluble entre publicación e impresión. La invención de la imprenta en el siglo XV transformó la producción y difusión de la palabra escrita en una industria y vio emerger la figura del editor y una nueva forma de negocio, la edición. La venta de libros no es, por supuesto, un invento de la era Gutemberg; pero sí lo es la figura del editor como decididor.

La aventura de Gutemberg fue efímera. Antes incluso de terminar de imprimir su primer libro (150 copias de la Biblia de 42 líneas) se quedó sin dinero y tuvo que pedir prestado por tercera vez a su prestamista habitual , que esta vez se negó en rotundo. Es más, el hombre decidió ejecutar los anteriores préstamos y se quedó con el taller y los libros impresos hasta ese momento. Gutemberg, que no parecía ser demasiado fino con las cuentas, se retiró, humillado. Nació así la Industria Editorial que, curiosamente, no se limitaría sólo a comerciar con las palabras, sino también al sonido, en tanto que éste puede ser representado en signos imprimibles.

Muchos temen la muerte del libro, que tiene 3000 años, pero se habla mucho menos de algo que se ha producido ya, de manera irremisible. El nacimiento de internet ha supuesto la muerte de la imprenta y con ella del poder editorial. Paradójicamente, el libro ha sobrevivido y parece que, independientemente de su forma, sobrevivirá. De hecho, el libro tenía 2500 años cuando nació la imprenta,  y en forma rollo de papiro, pergamino, manuscrito iluminado, volumen impreso, archivo PDF o cualquier otro formato electrónico, permanecerá a la vista. Había una vasta literatura antes de la imprenta y la hay y la habrá después. La imprenta no ha aportado nada a la literatura como creación: la Odisea, El Banquete o Las Aves nunca la necesitaron. Su aportación específica fue la disciplina, el gobierno de la República de las Letras. Porque la imprenta, como el apólogo sobre el infortunio de su inventor enseña, fue la condición de posibilidad del poder editorial. En el fondo, lo que se oye tras los debates sobre la piratería electrónica no es más que el llanto de los que han perdido ese poder. Pero queramos o no, la literatura rentista es un invento reciente y mi sospecha es que está indisolublemente ligada, no a la palabra publicada, sino a la palabra impresa. A pesar de que la existencia de tantos autores millonarios pueda desviar nuestra atención, el escritor siempre tuvo un oficio honrado. 

El colapso del poder editorial es contundente, y se deriva de un hecho cabal: ya no controla el acceso a la publicación porque ésta se ha disociado completamente de la industria impreso-editorial. El ejemplo más contundente  de lo que venimos hablando lo tenemos en los periódicos.

El mundo de la publicación se ha deslizado hacia un plano de libertad total de la que gozan y son dueños tanto productores como receptores. Ningún magnate editorial decide quién, cúanto, cómo, dónde y cuándo se escribe; ningún director de periódico decide quién, cuánto, cómo, dónde,y cuándo se informa. Hechos muy recientes lo han puesto de manifiesto, por si quedara algún resquicio para la duda. Hoy, sólo los que crean y los que leen deciden. Es más, periódicos y editores van a remolque de éstos llegándose a dar el extraño fenómeno de que los tradicionales medios impresos y de comunicacion a distancia (TV y radio) imitan a los medios electrónicos. Imitación, por otra parte, completamente fastasmagórica, banal y ridícula.

Todo esto ha sido posible gracias al algoritmo de google. Sólo el mejor texto queda arriba y eso lo deciden los que usan el texto. No lo decide el crítico del diario de turno pagado por la editorial que publica el texto. Cómo opera el algoritmo?, en qué consiste ese concepto de "el mejor"? En algo muy sencillo: el que más derivados genera, ése es el mejor. El más usado. Esto no es nuevo. En el mundo clásico eso era precisamente lo que decidía qué textos iban a permanecer vivos en el tiempo: cuanto más citado sea un texto más larga vida tendrá.

Los efectos en el medio universitario no son menos dramáticos. Hoy día se sabe que un texto impreso tiene menos lectores potenciales que un texto publicado electrónicamente, en una proporción probablemente de 1/100.

Digamos que ésta es la realidad del libro hoy. Cómo van a rentabilizar las empresas editoriales la nueva encarnación del libro? Ni lo sé ni me interesa. En todo caso pienso que lo tienen crudo. Tal vez sea hora de que el escritor vuelva a tener un oficio honrado.

domingo, 20 de marzo de 2011

Revista Shangrila


Artículo publicado hace un año en el número 11 de la revista Shangrila, editada por Shangrila Ediciones, dedicado a "El lenguaje de la memoria": "Sumire ya no fuma", Shangrila Nº 11, página 133

domingo, 13 de marzo de 2011

La sociedad performativa


No sabemos si es gracias al mercado o a otra cosa, pero la verdad es que la mayoría de los individuos entregados a una disciplina determinada, son a la vez performers. A menudo, sirva como ejemplo, un escritor, además de escribir, tiene que firmar libros, dar discursos, hablar en la radio, salir en TV, ofrecer entrevistas y otras muchas otras actuaciones que no tienen esencialmente nada que ver con la escritura. Todo ello como un proceso de promoción destinado a ayudar a vender (envolverlos con otra cosa que la literatura) sus libros, por ejemplo. Lo mismo le pasa a actores, cineastas, deportistas, políticos, etc. Incluso gente que no hace nada, que no tiene nada que promocionar, se encuentran misteriosamente arrojados a un proceso de promoción de los negocios de otros. Se podría decir, pues, que la sociedad actual tira de nosotros hacia la performance, pero esto es algo que seguramente se puede decir también de sociedades pasadas. Lo específico, probablemente, de nuestro "hoy" en este sentido, sea el marco mercantil en que la performance se transforma en promoción, y sobre todo el caso extremo en que la propia promoción se trasforma ella misma en mercancía. 

El concepto debordiano de sociedad del espectáculo todavía se encuentra enredado en las raíces del universo representacionista (imagen/cosa, copia/original, representación/realidad, apariencia/ser ...). Se trata de un proceso velador, un concepto negativo de la imagen y una teoría también negativa del poder al uso. Sostener la verdad de esas oposiciones, es "la separación consumada" en toda regla. La solución hubiera pasado más por Nietzsche que por el Marx hegeliano. "Todo lo que era vivido directamente se aleja como representación". La teoría generalizada y restringida de la representación se dan aquí la mano en cierta confusión, primero como ontología y segundo como fantasmagoría. Debord está dentro de una larga tradición que cobija también a muchos de los autores por los que sentía admiración. Su sociología de las apariencias es deudora de su devoción barroca; ya se sabe, Baltasar Gracián y todo eso. Es curioso notar que en la Francia de los años 60 del siglo XX, la universidad (la Academia) iba por delante de la calle, principalmente gracias a la asumción de la filosofía de Nietzsche (parece que Debord, que álguien me corrija si no, nunca lo citó). Esta vieja filosofía representacionista que el situacionista quiere rehabilitar y mantener como arma de la revolución en 1967, es precisamente la que está siendo atacada sin tregua por los filósofos "funcionarios": Las palabras y las cosas de Michel Foucault de 1966, Diferencia y repetición y Lógica del sentido, 1968 y 1969 respectivamente, de Gilles Deleuze.

El situacionista lidia con la audacia de sus procedimientos y lo conservador de sus ideas (no sé si debo llamarlo la "práctica teórica"), rehabilitando los transmundos a su propia manera. Entendemos que el espectáculo es originariamente performanceLa sociedad performativa es aquella en las disciplinas se encuentran rodeadas de una actuación espacio-temporal, exactamente como ocurre en el arte contemporáneo. El espectáculo no remite necesariamente al simulacro. No en tanto que la performance es fundamentalmente productiva, positiva e inmanente, terrenal.

No se trata de negar que el mundo sea un gran teatro sino de cuestionar que lo que ocurre sobre el escenario sea tan sólo un espectáculo.

La tarea de filtrar el situacionismo de todo ese hegelianismo que lo mina sigue misteriosamente aplazada tántos años después.


sábado, 5 de marzo de 2011

Territorio animal

Al contrario que los animales, los seres humanos acostumbran a estrechar cada vez más su campo de acción. Determinadas atribuciones excluyen otras: casi siempre en un proceso que va del nomadismo a la sedentarización. Tener un coche es una forma sedentaria de viajar, a no ser que sea la única forma posible de hacerlo: conduzco cuando quiero y con quien quiero, es decir, neutralizo los encuentros azarosos del camino. Existen trampas sociales para atrapar al lobo herrante, la mayor de ellas es el trabajo (Jack London). A fin de cuentas, ser un nómada no es más que el saberse sometido a los encuentros azarosos en tal forma que el camino en línea no es más que una entre infinitas posibilidades. Así, por ejemplo, cuando se habla de literatura también existe una literatura sedentaria en tanto que ciertos escritores, los literatos, también están sometidos al vicio de estrechar cada vez más su horizonte, desarrollar la obsesión por el control absoluto de una fórmula canonizada por periodistas y editores. La escritura ha de ser una forma de ampliar la experiencia. Y opongo escritura a literatura en un sentido deleuziano: "El autor es un sujeto de enunciación, pero el escritor no, el escritor no es un autor. El escritor inventa agenciamientos a partir de agenciamientos que le han inventado, hace que una multiplicidad pase a formar parte de otra."

Los literatos sólo se preocupan de la literatura y de aprender de otros literatos; la escritura, sin embargo, opera más como lo haría el artista contemporáneo a la hora de ampliar la experiencia: no basta con ser escultor, pintor, o cineasta; es necesario ampliar la experiencia de la pintura, la escultura o el cine por la vía de la instalación, la performance ... el agenciamiento. Es necesario aprender de otros. Es necesario sobre todo aprender de lo-otro-de-la-literatura.

Es curiosa la actitud de esos literatos que todo lo filtran a través de la literatura y cuando, por ejemplo, quieren hablar de Auschwitz lo hacen evocando sus lecturas sobre el asunto. Incluso habiendo estado allí lo que escriben no pasa ser glosa de historias amables. Mientras otro escritores aparentemente sedentarios son capaces de ampliar la experiencia con sólo combinar determinadas sensaciones.

Recuerdo como en décadas pasadas críticos y literatos condenaban escrituras inmensas en experiencia, escrituras que todavía están por dar fruto, como la de Juan Benet, esgrimiendo novelas y tediosos libros de viajes que te plantaban la batalla de Trafalgar como si de un asunto de documentación literaria se tratara. Tampoco puedo dejar de recordar aquella ocasión en la que un profesor de literatura de la Universidad de Sevilla y crítico oficial de su amigo, millonario autor de novelas de espadachines; glosaba como mérito de éste el haberse paseado en sotana por la calle Sierpes en pleno verano para aprender de la sensación y ponerla en una novela; esto, tristemente, es literatura.