viernes, 31 de agosto de 2012

Sobre la idea de poesía

He publicado un pequeño ensayo sobre el asunto en la revista Palimpsesto, que forma parte de un amplio proyecto de lectura y escritura en la red y que cuida de que exista un lugar para la experimentación, el riesgo y el diálogo en un sus páginas. La revista en su versión digital es de acceso gratuito, aunque también existe una edición de papel para suscriptores.


(El texto empieza en la página 58)

viernes, 24 de agosto de 2012

De qué habla la poesía

Tengo la sensación, tras destripar algunas antologías, visitar muchos blogs, hablar con algunos poetas; visitar algún blog-base-de-datos ... digo, que tengo la sensación de que la poesía contemporánea, en su mayoría, no dice lo que tiene que decir. Lo que tiene que decir yo no lo sé, pero sí sé que no es lo que dice (en su mayoría). Traigo un par de poetas cuyos textos me han sacudido y que me parecen de los pocos, que espero no me denuncien por reproducirlos aquí.


HISTORIA ÍNTIMA DE UN POEMA
(MONÓLOGO DRAMÁTICO DE UN JOVEN POETA UNDERGROUND)

Carlitos Bousoño a los diez años
paseaba las vaciones en su finca familiar
del norte de la mano de Stravinski.

Yo de crío y cincuenta años más tarde
me fui dos días a torrevieja con la tía 
Josefa.

Él ha escrito mucho, incluso una teoría
de la expresión poética, yo poco y de
aquesta manera.

Es la diferencia entre águilas como abismos
y hostias como panes.

Constantino Molina, (Pozo-Lorente, 1985)

El poema se incluye en la antología, editada por Luna Miguel, Tenían veinte años y estaban locos, La Bella Varsovia, 2011



LOS DE LA LIMPIEZA II


Sara entra en la nave vacía
en la que creo estar solo
y silba.

Un silbido atronador
que llena la inmensa sala
y hace huir despavoridos
a cuatro de esos gorriones que se cuelan siempre
por las ventanas abiertas
para cagar en los sitios más inverosímiles.

Naturalmente
me sobresalto
de forma algo teatral
lo que a la buena de Sara
desconcierta.

-Pero si he chiflado
para que no te asustarías…
(sic, sic)

¿Desde cuándo, Dios mío,
desde cuándo
un sonido
repentino
y estridente
sirve para no asustar?


Ape Rotoma, (Aranda de Duero, 1967).


martes, 21 de agosto de 2012

Alexandria


I return link by link along the iron chains of memory to the city which we inhabited so briefly together: the city which used us as its flora - precipitated us in conflicts which were hers and which we mistook for our own: beloved Alexandria!

Lawrence Durrel, The alexandria quartet

lunes, 13 de agosto de 2012

Volver a casa


No escribimos con los recuerdos propios, salvo que pretendamos convertirlos en el origen o el destino colectivos de un pueblo venidero todavía sepultado bajo sus traiciones y renuncias.” (Deleuze). En 1940 se publicó póstumamente la novela de Thomas Wolfe You can't go home again. En ella, un joven autor escribe una novela y traza un retrato nada hermoso de su ciudad natal y de sus paisanos. Estos se enfadan, se sienten traicionados y envían amenazas de muerte al joven novelista. Tras esto queda claro el porqué un escritor jamás podrá volver a casa. Ese pueblo que falta fabulado por la escritura tiene por fuerza que entrar en conflicto con el pueblo de la infancia, con la vida personal, con el espacio físico donde uno ha crecido, con los individuos que han vampirizado sus energías. Se trata de una guerra en toda regla, una guerra fratricida, civil e insoslayable; el escritor no debe hacerse ilusiones, no tiene alternativa. En las palabras finales de la novela, Wolf resume este resultado de manera magistral: "You can't go back home to your family, back home to your childhood ... back home to a young man's dreams of glory and of fame ... back home to places in the country, back home to the old forms and systems of things which once seemed everlasting but which are changing all the time – back home to the escapes of Time and Memory." Uno no ha de volver al consuelo del Tiempo y la Memoria. De acuerdo, pues. La enfermedad del pueblo opresor, dominante, que enreda la vida y la aprisiona estrechando cada vez más las posibilidades de vida y pensamiento, a esa enfermedad se opone la salud de la escritura, para crear un pueblo antagonista, que se sacude y enfrenta cada método opresor. El escritor tiene que escribir “por” o “en lugar de”, ese pueblo que falta. Sólo así llegará a ser real.

Este mismo motivo que aquí comentamos se convirtió en el tema cinematográfico de Nicholas Ray, realizado magistralmente en The lusty men, primero y luego objeto una de magna exploración experimental en We can't go home again. Cfr. el último especial de la revista Shangrila. Textos a parte.