lunes, 13 de febrero de 2012

Esquilo, o del volcán

«De una conciencia así emana el tono mayor de la obra, su amplitud de dimensiones, su potencia sísmica. El enorme peso soportado por esa conciencia, junto con la sublimidad, transmiten a la obra del escritor toda su pesadumbre y su carga dramática. Otros escritores para los que resulta ajena esa carga, en su impulso por justificar, por glorificar incluso la elusión del compromiso, se afanan en demostrar que es más valioso, más hermoso e incluso más moral dar testimonio de la descomposición de una mariposa que de un imperio. En los engranajes de este último pueden estar mortalmente atrapados los destinos de decenas de millones de personas, sin embargo ellos se muestran dispuestos a cerrar los ojos ante ese hecho e insistir en el drama de la mariposa.»

Ismaíl Kadaré, Esquilo, el gran perdedor, Siruela, Madrid, 2006, p. 56

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