domingo, 13 de marzo de 2011

La sociedad performativa


No sabemos si es gracias al mercado o a otra cosa, pero la verdad es que la mayoría de los individuos entregados a una disciplina determinada, son a la vez performers. A menudo, sirva como ejemplo, un escritor, además de escribir, tiene que firmar libros, dar discursos, hablar en la radio, salir en TV, ofrecer entrevistas y otras muchas otras actuaciones que no tienen esencialmente nada que ver con la escritura. Todo ello como un proceso de promoción destinado a ayudar a vender (envolverlos con otra cosa que la literatura) sus libros, por ejemplo. Lo mismo le pasa a actores, cineastas, deportistas, políticos, etc. Incluso gente que no hace nada, que no tiene nada que promocionar, se encuentran misteriosamente arrojados a un proceso de promoción de los negocios de otros. Se podría decir, pues, que la sociedad actual tira de nosotros hacia la performance, pero esto es algo que seguramente se puede decir también de sociedades pasadas. Lo específico, probablemente, de nuestro "hoy" en este sentido, sea el marco mercantil en que la performance se transforma en promoción, y sobre todo el caso extremo en que la propia promoción se trasforma ella misma en mercancía. 

El concepto debordiano de sociedad del espectáculo todavía se encuentra enredado en las raíces del universo representacionista (imagen/cosa, copia/original, representación/realidad, apariencia/ser ...). Se trata de un proceso velador, un concepto negativo de la imagen y una teoría también negativa del poder al uso. Sostener la verdad de esas oposiciones, es "la separación consumada" en toda regla. La solución hubiera pasado más por Nietzsche que por el Marx hegeliano. "Todo lo que era vivido directamente se aleja como representación". La teoría generalizada y restringida de la representación se dan aquí la mano en cierta confusión, primero como ontología y segundo como fantasmagoría. Debord está dentro de una larga tradición que cobija también a muchos de los autores por los que sentía admiración. Su sociología de las apariencias es deudora de su devoción barroca; ya se sabe, Baltasar Gracián y todo eso. Es curioso notar que en la Francia de los años 60 del siglo XX, la universidad (la Academia) iba por delante de la calle, principalmente gracias a la asumción de la filosofía de Nietzsche (parece que Debord, que álguien me corrija si no, nunca lo citó). Esta vieja filosofía representacionista que el situacionista quiere rehabilitar y mantener como arma de la revolución en 1967, es precisamente la que está siendo atacada sin tregua por los filósofos "funcionarios": Las palabras y las cosas de Michel Foucault de 1966, Diferencia y repetición y Lógica del sentido, 1968 y 1969 respectivamente, de Gilles Deleuze.

El situacionista lidia con la audacia de sus procedimientos y lo conservador de sus ideas (no sé si debo llamarlo la "práctica teórica"), rehabilitando los transmundos a su propia manera. Entendemos que el espectáculo es originariamente performanceLa sociedad performativa es aquella en las disciplinas se encuentran rodeadas de una actuación espacio-temporal, exactamente como ocurre en el arte contemporáneo. El espectáculo no remite necesariamente al simulacro. No en tanto que la performance es fundamentalmente productiva, positiva e inmanente, terrenal.

No se trata de negar que el mundo sea un gran teatro sino de cuestionar que lo que ocurre sobre el escenario sea tan sólo un espectáculo.

La tarea de filtrar el situacionismo de todo ese hegelianismo que lo mina sigue misteriosamente aplazada tántos años después.


5 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Quieres decir que hay una discusión sobre si la revolución del 68 es emprendida por la vieja filosofía representacionista o si lo es por la nueva filosofía postrepresentacionista?

Soy Yashir, ya hablaremos por el msn!
Mola tu blog.

Anónimo dijo...

Lo importante debería de ser no dejar de cuestionar nunca.
Y ciertamente en los escenarios de la vida de muchos,no hay más que espectáculo.
Deberías escribir más.

Mariano Cruz dijo...

Yo diría, Yashir, que mientras que el marxismo hegeliano clásico hizo la Revolución, los profesores de los que hablamos "aprendieron" de ella. Ya que se ha repetido muchas veces que El Anti-Edipo fué una consecuencia del 68.

Mariano Cruz dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Precesión del perihelio dijo...

Puede que te interese un texto relacionado con el "giro performativo":
Escupir en el mar

(aunque su ritmo sentencioso probablemente no)

cheers :D