sábado, 16 de agosto de 2008

Monsieur Descartes y el licenciado Vidriera, parte primera

Al comienzo de sus Meditaciones Metafísicas Descartes escribe:

Y ¿cómo negar que estas manos y este cuerpo sean míos, si no es poniéndome a la altura de esos insensatos cuyo cerebro está tan turbio y ofuscado por los negros vapores de la bilis que aseguran constantemente ser reyes, siendo muy pobres, ir vestidos de oro y púrpura, estando desnudos, o que se imaginan ser cacharros o tener el cuerpo de vidrio? Mas los tales son locos, y yo no lo sería menos si me rigiera por su ejemplo.

Dos años después de su publicación en España, aparece en París, en 1615, la traducción francesa de las Novelas ejemplares de Miguel de Cervantes, quien en ese momento está en la cumbre de su fama gracias al rotundo éxito de la primera parte del Quijote. Parece que la recopilación de sus novelas morales alcanza rápidamente una gran acogida popular en Francia. Una de las más celebres de esas novelas ejemplares cuenta la historia de un ingenioso estudiante que enloquece tras tomar un filtro amoroso preparado con no muy buen tino por una amante despechada; se trata, claro está, de la célebre narración El licenciado vidriera. La locura del muchacho consiste, precisamente, en creerse todo hecho de vidrio y, por tanto, estar contínuamente en trance de quebrarse.

Todo indica, que cuando se publicó en París la historia de nuestro licenciado, Descartes se encontraba apunto de terminar sus estudios en el colegio de los jesuítas de La Flèche. Entre 1615 y 1616 se licenció en derecho civil y canónico en Poitiers y el 1618 se alistó en el ejercitó de Mauricio de Nassau, príncipe protestante impulsor de la rebelíon de los Paises Bajos contra el dominio español. La intención del joven lincenciado Descartes no era otra que, tal y como confiesa en el Discurso del método, liberarse de la Escuela para estudiar "el gran libro del mundo":
Por esta razón, tan pronto como la edad me permitió alejarme del acatamiento de mis preceptores, abandoné de forma total el estudio de las letras y, tomando la decisión de no buscar otra ciencia que la que pudiera encontrar en mí mismo o en el gran libro del mundo, dediqué el resto de mis años de juventud a viajar, conocer cortes y ejércitos, tratar con gentes de diversos temperamentos y condición social, coleccionar experiencias, ponerme a prueba en las ocasiones que la experiencia me ofrecía y reflexionar en cualquier ocasión de forma tal sobre las cosas que se presentaban que siempre pudiese obtener algún provecho.

No es imposible que la fuente de Descartes hubiese sido la novelita de Cervantes, dado que se tradujo con éxito al francés en su adolescencia, aunque también están documentados casos en la época, al menos en España, que yo sepa, de locos que se imaginaban ser de cristal.

Tomás Rodaja es un joven de origen pobre que, determinado a estudiar una carrera universitaria, decide marchar a Salamanca y ponerse al servicio de dos estudiantes ricos, una de las pocas posibilidades que había en la época para que un pobre tuviera acceso a los estudios superiores. Al tiempo de estar estudiando en la Universidad, sus amos han terminado las carreras y deciden volver a su lugar de origen, Tomás los acompaña, pero en poco días el deseo de regresar para continuar sus estudios es más fuerte y decide retornar a Salamanca. En esto ocurre que, por el camino, conoce a un capitán de los Tercios que está formando compañía, es decir, reclutando soldados, y convence a Tomás para que lo acompañe a Italia. Éste se lo piensa y decide finalmente aceptar su periplo militar, su propia ocasión para "leer el libro del mundo". Pasa a Italia, cuyas ciudades esplendorosas lo dejan maravillado; después a Flandes, donde visita Amberes, Gante, Bruselas... Finalmente determina volver a Salamanca a continuar sus estudios, lo cual hace cruzando Francia. Se trata de un periplo parecido al del licenciado Descartes, aunque militando cada uno en bandos enemigos.

De regreso a Salamanca, termina por "graduarse de licenciado en leyes"; en ese tiempo, una mujer se encapricha de él y cómo él no atiende a sus reclamos, le hace tomar un mejunje que apunto está de costarle la vida y que, finalmente, lo deja trastornado del juicio:
Seis meses estuvo en la cama Tomás, en los cuales se secó y se puso, como suele decirse, en los huesos, y mostraba tener perturbados todos los sentidos; y aunque le hicieron los remedios posibles, sólo le sanaron la enfermedad del cuerpo, pero no de lo del entendimiento, porque quedó sano, y loco de la más extraña locura que entre las locuras hasta entonces se había visto. Imaginóse el desdichado que era todo hecho de vidrio, y con esta imaginación, cuando alguno se llegaba él, daba terribles voces pidiendo y suplicando con palabras y razones concertadas que no se le acercasen, porque le quebrarían: que real y verdaderamente él no era como los otros hombres: que todo era de vidrio, de pies a cabeza.
Filosóficamente hablando, es sumamente interesante la cuestión del efecto que tiene en el ingenio de Tomás su nueva condición vítrea:
Decía que le hablasen de lejos, y le preguntasen lo que quisiesen, porque a todo les respondería con más entendimiento, por ser hombre de vidrio y no de carne: que el vidrio, por ser de materia sutil y delicada, obraba por ella el alma con más promptitud (sic) y eficacia que no por la del cuerpo, pesada y terrestre.
Aunque aquí se está planteando el problema de la comunicación de las sustancias, hay que tener en cuenta que los referentes o fuentes teóricas son Platón y Aristóteles (incluso el aristóteles escolástico), más que el propio Descartes, por supuesto, cuya obra Cervantes no podía conocer, entre otras cosas, porque no existía cuando escribió las Novelas ejemplares. Sí que existía, sin embargo, un libro de un médico español que fue un verdadero "bestseller" en toda europa, que se publicó por primera vez en 1575 y que, como ha sido de sobra documentado, es la fuente filosófica fundamental de los textos de Cervantes. Aquél libro se llamó Examen de ingenios para las ciencias y fue escrito por el doctor Juan Huarte de San Juan (nótese que "ingenio" es una palabra que repiten muchísimo en sus escritos, tanto Cervantes como Descartes). Se trata de una especie de psicología aplicada avant la lettre de estas que se usan para la selección de personal; como su propio título indica, analiza los distintos tipos de "ingenio" para determinar qué clase de ciencia son más idóneos para ejercer. Las fuentes principales del Doctor San Juan son Platón y Aristóteles. La extraña locura de Tomás plantea el clásico problema del alma y los modos de conocimiento; y eso es lo que se trata ahora de comentar.

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