sábado, 12 de mayo de 2007

El Otro entre el tiempo y el instante, 5

Para Alicia L., sin ella apenas haría nada


Comienza la historia

En el momento en que Swann se da cuenta de que ya no puede fiarse de su amante, se transforma (es una de sus muchas transformaciones) en amante de la verdad. Comienza a tirar del hilo para desentrañar la madeja de una historia enmarañada. Su investigación nos hace pensar en un Proust en busca de su propia matriz narrativa, a la caza de la clave que ordene y haga avanzar la trama que se está urdiendo en su interior. Los celos del judío dilettante son un modelo para aprehender la verdad narrativa. Perseguir signos para que vayan cayendo máscaras, para ir revelando mundos; observar sobreentendidos bajo los que se revelan las leyes de lo no dicho. Swann y el mundo han sufrido una mutación; su autoconciencia como sujeto y su aprehensión del mundo exterior se han alterado. Tras conocer el contraste entre la Odette real y la imaginaria, su alma ha quedado rota. Es el precio a pagar por la revelación: en el desvelamiento de ese otro, también se revela uno como distinto. Pero tras la desolación de haber visto la imagen familiar del ser amado perderse en la tiniebla de lo imaginario, emerge con fuerza insospechada el deseo de vampirizar a ese ser nuevo, a ese completo desconocido que aparece en el horizonte. Ya no se desea un cuerpo, se desea la verdad de un mundo posible: la aparición de la celosía en el amante, supone el “despliegue de los mundos contenidos en el ser amado” (Escribe María del Mar Duró a propósito de la relación del narrador con Albertina, contada en la última parte del ciclo)[18]. Se desean esos mundos con una intensidad inversamente proporcional al aburrimiento o la indiferencia que antes producían: «[..] la curiosidad dolorosa e insaciable que yo sentía por los lugares donde Albertina había vivido, lo que pudo haber hecho, tal o cual velada, las sonrisas o las miradas que dirigió, las palabras pronunciadas, los besos recibidos [...] Cuántas personas o cuantos lugares (incluso si no la concernían directamente, vagos lugares de placer donde ella había podido gozarlo, lugares muy frecuentados y con rozamiento [...] había introducido Albertina en mi corazón desde el umbral de mi imaginación o de mi recuerdo.» (La prisionera, 369-371). Se hace necesaria la indagación, el narrar la ocultación de ese ser; desnudarlo del disfraz, levantar el velo, descorrer la cortina, retirar la pantalla tras la que se esconde, despojarlo de la máscara; se desea con mayor intensidad lo que se esconde bajo una envoltura, es como si el secreto realzara la belleza como un maquillaje del espíritu.

Cada personaje proustiano posee su “petit tas de secrets” (Malraux). El otro, incluso el más cercano, suele ser en mayor o menor medida, un desconocido; este es uno de los temas en los que el ciclo profundiza con mayor intensidad. El conocimiento de los sujetos, incluso en su vida ordinaria, sin necesidad de descender a las honduras de su espíritu y sin pretender revelar sus arcanos profundos, tropieza con multitud de obstáculos. No se trata, y aquí esta la revolución de Proust, de esas resistencias lógicas ante la revelación del secreto que al final siempre acaban cediendo, eso sería quedarnos en la pura anécdota; se trata, más bien de una ley que rige nuestra forma de percibir el mundo en virtud de la cual nos descubrimos como seres más complejos de lo que suele confesarse. «Las acciones desconcertantes de nuestros semejantes raramente nos descubren sus motivos», comenta el narrador en La prisionera . Es este un atributo de la realidad cotidiana para el cual no hay mejor tratamiento que la investigación narrativa.

Al analizar el personaje de Albertina, Gros escribe que «Toute l’histoire de La prisonnière dit assez l’incomunicabilité des êtres, donc l’instabilité de la vision que nous avons des autres: le narrateur ne saura jamais qui fut vraiment Albertine, et nous non plus.»[19] Dicha inestabilidad de la visión es causa de que el conocimiento de los otros no pueda ser intuitivo, inmediato. La percepción actual no basta en este caso, puesto que el conocimiento de los sujetos está sometido al tiempo: la revelación será gradual o no será: «Proust procède, avec ses pricipaux héros[...] à un dévoilement differé. Ils sont d’abord perçus averc leur másques[...] qu’il baisse progressivement. Il y a révélation lente, comme on dirait en photographie, le temps était le principal revelateur. [...] En ce sens La recherche c’est l’histoire des effets de la durée sur la conaissance des personages, avec tout que cela peut comporter de changements, d’inversions, d’erreurs rectifiées»[20]. Los sujetos son plurales en el tiempo, no permanecen los mismos, sino que van mostrando sucesivamente caras distintas a lo largo de sus vidas; sólo pueden ser conocidos en la duración. La máscara es una solución al deseo inútil de los seres de permanecer idénticos a sí mismos o a la constricción exterior que los conmina a permanecer iguales, a ser percibidos tal y como fueron. El destino de toda máscara es caer del rostro, el de todo secreto ser revelado. El monolito de la subjetividad estalla cuando se cae la máscara. El resultado es “una imagen de la fascinación”, lo cercano se torna extraño, lo conocido, oscuro. La duración nos ayuda a entender que conocer a un individuo no es sino admitir que es muchos. El tiempo es un sexto sentido desconocido que se encarga de recomponer los desarreglos, las infidelidades de los otros cinco: «[...] la durée est nécesaire [...] parce que, seule, elle donne la perspective, rectifie les erreus de la vision.»[21] Sólo la percepción en el tiempo puede hacer justicia a la vida de los sujetos, a las muchas vidas que son capaces de vivir. La percepción en tiempo real de los sentidos puede bastar para aprehender los objetos, pero la facultad de conocimiento de los sujetos sólo puede residir en la memoria y su capacidad de diferir la percepción: «La realité ne se forme que dans la memoire [...]»[22]. Del instante sólo podemos esperar una perplejidad parecida a la que nos asalta al contemplar las telas de Vermeer.




[18] En su antología, dividida en temas, sobre A la búsqueda del tiempo perdido: De la imaginación y del deseo,

[19] Bernard Gros, Profil d’Á la recherche, p. 38

[20] Ídem

[21] idem

[22] idem

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Instantes, cúyas señales
ningún claror duerme.
Inenajenado, por todos lados,
recógete,
tente.

(Paul Celan)


TQ, son las cuatro.

may borraz dijo...

Me pareció precioso. Ahí va.

Doctrina del instante
Giorgio Colli, Después de Nietzsche

En la experiencia amorosa, la magia de la mirada, su turbadora instantaneidad, el abrir y cerrarse de un abismo, es un fenómeno puramente cognoscitivo, que está sin embargo en el umbral de lo que ya no es representación. El estremecimiento liberador y exaltante de la mirada fue celebrado por Platón, por Goethe, por Wagner, en contextos que van más allá de la esfera estrictamente erótica. La revelación del instante estremece el corazón del hombre; pero esto no es más que el último momento, la aparición en la individuación, en la estructura corpórea del hombre, de un conocimiento anómalo. El instante como intuición precede al estremecimiento; en el fluir del tiempo se alza repentinamente un instante, que “no está en ningún tiempo”, dice impropiamente Platón, pero que en definitiva da inicio al tiempo, está ya en el tiempo, aunque alude a algo que no está en el tiempo, lo refleja, lo expresa. En el esplendor de la mirada los tres momentos se confunden, y sólo el análisis ilusorio del pensamiento es capaz de distinguirlos.
Más allá de la experiencia erótica, Heráclito nos da la enunciación general: “Todas las cosas las gobierna el rayo”. La doctrina de la instantaneidad es por eso una indicación optimista: el instante pertenece al tejido de la representación, alude al momento de su laceración, a lo que da sentido a todas “las fatigas precedentes”, según la expresión platónica, a lo que “recompensa todo un año”, como dice Goethe. Sólo en nuestra vida podemos gozar, aferrar lo que precede a nuestra vida, lo que está más allá de nuestra vida. Y allí donde se exalta el instante está presente el conocimiento mistérico, desde Parménides hasta Nietzsche. El instante atestigua lo que no pertenece a la representación, a la apariencia.

anilibis dijo...

:-)

Anónimo dijo...

Leyendo tu ensayo no pude sino recordar uno de los muchos ejemplos de la influencia que Proust ejerció en los literatos de principios del s.xx. Me refiero a To the Lighthouse de Virginia Woolf. Sabemos muchas cosas de la vida de Virginia Woolf, no sólo por sus textos de no ficción sino por la inmensa cantidad de literatura secundaria que su círculo generó. Tenemos cartas, diarios, cuadros, pensamientos... toda la parafernalia que para el crítico literario supone un tesoro donde hurgar en busca del último sentido posible de un giro cualquiera. Sabemos como se vestía, peinaba, comía, respiraba, olía y hacía el amor. Pero cuando nos enfrentamos a la obra en sí, de nada nos sirve todo ese material. Su trabajo no puede ganar ni perder gracias a esos datos externos, el único valor relevante es el grado de consistencia de la obra por la sencilla razón de que la autora se queda fuera de ella, y lo hace de forma voluntaria. Su obra consiste en quedarse fuera. En quedarse fuera y mirar hacia dentro.
Sabemos, gracias al trabajo de batida de los sabuesos literarios, que la novela recrea la atmósfera de los veranos que Virginia Woolf pasaba de pequeña en St.Ives, rodeada de placeres estéticos e intelectuales. Sabemos que Mr. Y Mrs. Ramsay son en la novela los padres de Virginia y que ella está representada por el personaje de Lily Briscoe, la pintora invitada en casa de los Ramsay.
La novela es claramente un intento de catarsis por parte da la autora ante el dolor provocado por la muerte de su madre. El deseo de Lily de acabar el cuadro que está pintando a lo largo de toda la novela es el deseo de Virginia por acabar la novela y redimirse con su pasado. Y cómo lo lleva a cabo? Con el único material legítimo que posee: los recuerdos deslavazados de su infancia y su mirada de adulta. Si Lily es la mirada de la Virginia adulta que vuelve al espacio de su infancia para contemplarlo desde fuera e intentar otorgarle un significado sanador para su torturada mente, Cam y James, los dos niños de la novela, son el sentir no conceptual izado de Virginia como niña. Es a través de ellos -la pareja andrógina- y sus retazos de conciencia, como Virginia Woolf experimenta su subjetividad. Y es a través de la transparente mirada de Lily, que contempla esas pequeñas instantáneas, inconexas y desordenadas en la vida de dos niños, que Virginia Woolf, y el lector al mismo tiempo, alcanzan a desvelar algo más del mundo que les rodea.

“...but at other times suddenly and unexpectedly, especially when her mind raised itself slightly from the task actually in hand, had no such kindly meaning, but like a ghostly roll of drums remorselessly beat the measure of life...” (p.20)

“‘Like a work of art’, she repeated, looking from her canvas to the drawing-room steps and back again. She must rest for a moment. And, resting, looking from one to the other vaguely, the old question which traversed the sky of the soul perpetually, the vast, the general question which was apt to particularize itself at such moments as these, when she released faculties that had been on the strain, stood over her, paused over her, darkened over her. What is the meaning of life? That was all -a simple question; one that tended to close in on one with years. The great revelation had never come. The great revelation perhaps never did come. Instead there were little daily miracles, illuminations, matches struck unexpectedly in the dark; here was one. This, that, and the other...” (p.150)

Anónimo dijo...

eyyy como estas:? acabo de leer tu ultimo articulo :) y sahora estoy estupdiando al otro tiuuu ,,, un dolor de cabeza con el levinas , el otro y el de la moto ,,, q no podia haberse comio un donut el tio y disfrutar :) la cosa es q si q es verda ,,, es dificil comprender la diferncia radical q tenemos con el otro ,,, por q siempre nos han enseñao a sentir al otro como por analogia con nosotros, si no es como nosotros no lo entendemos ,,, o si no me pongo yo en su lugar no entiendo lo q hace o balbblablablab,,, y asi pasa lo q pasa q reducimos las diferencias a la unicidad q lo q somos nosotros , una especie de egocentrismo asimilador ,, y la verdadera relacion con el otro es la diferencia racdical ,,, jamas vas a poder deducir lo q el otro piensa o hace por q su mente sigue una estrucutra totalmente distinta a la tuya , y si partes de eso , y vas tratando con el otro tal y comose te va mostrando , con todas sus singularidades , suele ser mas facil q primero tener q reducirlo a un concepto abstracto normalmente mas inofensivo por vacio de contenido , ,,, y luego tratar con el concepto ,,, pro q en este caso tratas con tu estructuracion de la realida y no con la realidad ,,, y bueno ,,, como el otro es totalemnte diferente a ti , te va mostrando infinitos mundos posibles q tu ni siquiera podias haber imaginado y es por ahi por donde trasnciendes por q tienes en tu cabeza el concepto del otro , pero no puedes asimilar la realidad q refiere , con lo q en el fondo ya estas trascendiendo tu propio pensamiento con un concepto q punta q algo mas grande lo pensable,,, :) y bueno ,,, lo unico q puedo decir sobre el comentario :) es q si hay otra forma de tratar con el otro q no es el tiempo sucesivo divisivo ,,, esta la intuicion ,,, q creo q lo del tiempo lo trata bergson y creo recordar q prohibio la publicacion de ese libro hasta q se puediera cumplir su testamento alla por los biznietos , q lo prohibiesen por q si habia otra forma de tratar con el otro q no era la sucesion temporal , q era la intuicion , q seria maso menos meterse de golpe dentro del otro y sentir la alteridad radical antes de conceptualizarla , antes de la division comprensiva , se puede sentir al otro antes de comprenderlo , la relacion primera no es cognoscitiva , primero es sintiente, ,,,o intuitiva o , fusionada ,,, y es dificil volver ese paso atras y sobretodo es muy dificil explicar una relacion fusionada , con un lenguaje divisivo como el q tenemos para comunicarnos ,,, pero si se puede ver a todos esos sujetos q es un sujeto , y es como de verda se les hace justicia , primero no dividiendo entre sujeto( yo )y obejteo a conocer (tu) , y luego no diviendo entre el objeto a conocer , (tu) y lo q yo creo q eres , (mi concepto de ti) , y es una relacion inexplicabkle por ser previa a la conceptualizacion divisiva , pero infinitamente mas real , por no ser la estructuracion de la realida q hacemos nosotros,,,sino por ser el otro a lo q nosotros podemos conceptuar , y lo q de verda nos hace ser mas grandes q nosotros mismos, y bueno :) asin va todo :):) tu eres un otro para mi :) gracias por estar;:)