Hay
un par de cosas que Ramón Pérez de Ayala comprendió muy bien
acerca del espíritu filosófico: el carácter ascético y el trabajo
del concepto. Sobre éste ultimo hablaremos más adelante, de momento
nos centraremos en el primero.
En
una casa de huéspedes madrileña encuentra el narrador de
Bellarmino y Apolonio
al hombre que le referirá la sorprendente historia de Belarmino,
zapatero de profesión que, nadie sabe cómo, recibe un día la
vocación filosófica, volcando desde entonces en la meditación cada
gota de su espíritu. Antes, en la misma pensión, se produce otro
encuentro también del narrador con un personaje que le introduce en
la filosofía de las casas de huéspedes, estableciendo la relación
esencial, que ya sintieran Spinoza y Nietzsche, entre la dedicación
filosófica y su necesario ascetismo y un cierto nomadismo. Este
agraciado encuentro se produce en el prólogo a la novela de Ayala,
que se titula precisamente, “El filósofo de las casas de
huéspedes.” (Recuerdo ahora que hay otra filosofía de las casas
de huéspedes en las primeras páginas de El
lobo estepario,
de Herman Hesse).
Tal
vez no haya mejor manera de estar solo que viajar. Nietzsche hace
recuento en Ecce
homo de los
lugares donde compuso el Zarathustra: Niza, Sils-María, Eza, Roma …
En su biografía de Spinoza, Lucas narra cómo el filósofo se va
alejando de la ciudad, de suburbio en suburbio, de aldea en aldea:
Rinjsburg, Voorburg; buscando la soledad que la meditación y la
escritura demandan … para regresar al final a La Haya y
reencontrarse con los amigos queridos.
El
socrático Don Amaranto de Fraile, que por profesión de fe ha vivido
toda su vida en pensiones y que ha recorrido las casas de huéspedes
de media Europa afirma que se trata del lugar dónde los modernos
pretendientes a la sabiduría buscan lo que los clásicos buscaban en
la Academia, el Liceo o la Estoa: “Ahora,
que para morar de por vida en casas de huéspedes, como para profesar
en una orden religiosa, necesítase asimismo una cualidad rara,
aunque no tan rara entre españoles: vocación ascética.”
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