domingo, 2 de junio de 2013

Las lágrimas de Sábato

Ernesto Sábato recuerda en una entrevista de la serie A fondohecha por Soler Serrano en 1977, días muy duros en París, mientras huía de sus compromisos políticos con el Partido Comunista. Solo, sin dinero, ni sitio dónde quedarse, durmiendo en Plazas, termina siendo ayudado por un portero semianalfabeto, según él, que le ofrece un humilde cuartucho en École Normal Superieure de la Rue d'Ulm. Un lugar famoso por sus notables estudiantes y profesores, algunos de los grandes intelectuales franceses del siglo XX: Sartre, Lacan, Foucault, Althusser ... Allí, por las noches, el futuro físico y escritor argentino, se deslizaba por una ventana y conseguía dormir y entrar en calor por unas horas, gracias a la solidaridad de este portero, comunista, por más señas. Recuenta Sábato esos días en el programa y justo, en el momento de evocar la ayuda de aquel hombre humilde, ante las cámaras, el llanto le tapa la boca. Tiene que callar, respirar hondo por un momento; toma un trago de agua, mira hacia otro lado.  Recuerda emocionado aquella mano desinteresada a la que pudo agarrarse para esquivar una mala fortuna sobrevenida en una tierra extraña, por una cuestión de principios. 

He estado mirando estos días aquellas entrevistas,  la lista de invitados es alucinante: Borges, Onetti, Cortázar, Octavio Paz, Dámaso Alonso, Carlos Barral, Josep Pla ... tantísimos otros. Lo que más te golpea es la enorme humildad de todos ellos, la absoluta falta de soberbía y egolatría. Sábato llora, Manuel Puig abre su intervención pidiendo disculpas por su timidez, lo mismo que Borges, quién además no duda en señalar cúales de entre sus libros considera son poco menos que una basura. 

Barral habla con toda honestidad de su tarea de editor, de la pasión con que tendió la mano a los nuevos escritores, de las veces que tuvo que retirarse y pasar a la clandestinidad para no tener que renunciar a sus principios editoriales. 



A partir del minuto 25 las lágrimas de Ernesto Sábato