Los Evangelistas cuentan la historia de cómo el diablo tienta a Cristo llevándolo a una alta montaña y enseñándole (poniendo a sus pies) todas las naciones de la tierra. Según Constantijn Huygens, esto fue posible gracias a que el diablo disponía de un telescopio. De tal forma que fueron las imágenes, y no las cosas en sí, las que pretendieron seducir a Cristo. Porque una imagen es suficiente para tentarnos si es más poderosa que aquello que representa. Lo cierto es que Huygens, miope él mismo, estaba obsesionado por la tecnología óptica de su tiempo (s. XVII): microscopios, telescopios, cámaras oscuras, gafas … todo lo que contuviera una lente o varias, todo lo susceptible de producir una imagen, él lo consideraba la cumbre espiritual de su época y la frontera entre lo antiguo y lo moderno. Consideraba además que la imagen proyectada por una cámara oscura estaba más viva que la vida misma; era más real que lo real.