Mucha gente, periodistas y amigos, que
habían asistido a las sesiones de Infidels en 1984, quedó en
estado de shock al saber que la considerada como mejor canción de
todas las grabadas había quedado fuera de la selección final. A pesar de que lo que habían escuchado no era más que una demo de
trabajo, estaba destinada a ser sin duda la obra maestra del álbum. Por alguna razón, en algún momento del proceso de grabación, Dylan había decidido no seguir adelante
con aquella canción (finalmente se publicaría en tal estado en
la primera entrega de las Bootleg series en 1991, ocho años
después). ¿Qué pasó? Tal vez Dylan se dio cuenta de que esas cintas
magnetofónicas habían captado algo que no quería que la producción
ulterior destruyera. A favor de esta hipótesis
habla su propia actitud al grabar los dos discos de
blues desnudo de 1992 y 1993, máxime cuando Blind Willie Mc Tell es todo un
manifiesto acerca de ese espíritu, de esa jondura. No es
sorprendente que la canción se publicara como impensado preludio de
esos dos álbumes. La respuesta de Dylan a la pregunta
del periodista que da título a este post, revela más diplomacia
acerca del papel de productor de lo que a primera vista denota: “Aw,
Ratso, don’t get so excited, he said, it’s just an album. I’ve
made thirty of them”.
Fue el momento en el que
Dylan supo que no se trataba de llenar un estudio con musgo y
caimanes y otros animales disecados para invocar un rapto de lo
auténtico; era algo tan sencillo como: un hombre, una guitarra de
palo y un garaje. Los reproches a sus productores durante
los 80 y principios de los 90 van en una línea parecida, los ve incapaces de “gut level arrangements that come out of the world of
simplicity”. A partir de 1992 se pone a grabar viejos blues jondos
(“old songs”, “archaic music”): “Those old songs are my
lexicon and my prayer book. You can find all my philosophy in those
old songs …”
No hay comentarios:
Publicar un comentario